Aaron Smith es uno de los mejores, sino el mejor, medio scrum de la historia del rugby. Compitió durante más de 10 años con la camiseta de los All Blacks y fue campeón mundial en 2015. Pero, además de ser uno de los jugadores más importantes de los últimos años, también ha demostrado ser un deportista y una persona sublimes. En la última final del Mundial de Rugby 2023 lo manifestó una vez más.

Smith buscaba, en Francia, liderar, a sus 34 años y en sus últimos partidos con el seleccionado, a Nueva Zelanda al lugar que (muchos creían) le pertenecía y debía recuperar, tras el traspié en semifinales del Mundial 2019. Los All Blacks llegaban en un gran nivel a la final, habiendo eliminado al número 1 del ránking, Irlanda, en uno de los mejores partidos en la historia de los mundiales. Pero la suerte no estuvo de su lado.

A pesar de ello, de que Sudáfrica lo venciera 12-11 y por segunda vez en finales mundialistas, la reacción del número 9 de Nueva Zelanda llamó la atención y trascendió en el mundo del rugby. Es usual que a los jugadores los acompañen sus familiares cuando salen campeones; pero no es igual de común que eso suceda luego de ser derrotados. Así todo, Aaron Smith llamó a sus hijos al césped para que lo acompañaran al recibir la medalla de plata. Un momento que en el deporte suele ser catalogado como “fracaso” o “tristeza”, lo convirtió en un instante familiar y emotivo.

Luego del encuentro, Smith se refirió a lo sucedido, consciente de lo infrecuente que es que un deportista sea visto con una sonrisa al recibir el reconocimiento por un segundo puesto. Sincero y emocionado, declaró:

"Fui a buscar a mis hijos, ellos no saben cómo me estaba sintiendo pero igual me aman. Eso realmente me consoló, todavía aman a su papá. Él amó la medalla, esos momentos son los que te hacen estar agradecido y te ponen la vida en otra perspectiva. La familia siempre es importante".