Grigor Dimitrov y Maria Sharapova: así fue la historia de amor entre los dos tenistas
Grigor Dimitrov y una tierna historia de amor junto a Maria Sharapova.
Grigor Dimitrov es uno de los referentes del tenis de los últimos tiempos y en Deporte Glam te contamos uno de los principales amores del búlgaro, María Sharápova.
La historia contada por María Sharápova
En primer lugar, María recordó: “Era octubre de 2012. Terminé mi partido de cuartos de final en Beijing y tenía un mensaje de Max (mi agente). 'Gracias', le respondí, como hago siempre. 10 minutos después, recibí un segundo mensaje, lo cual me sorprendió ya que él debería estar en Miami y eran las 4 de la mañana. 'Grigor Dimitrov quiere tu número'. Miré la pantalla del teléfono sorprendida y, ¿debería decir emocionada? Metí el teléfono en mi bolsillo y me fui a la sala de masajes mientras mi entrenador no dejaba de hablarme del partido. Mi mente no estaba prestando atención realmente. Saqué el móvil del bolsillo y tenía otro mensaje de Max. 'Grigor Dimitrov quiere tu número”
“¿Por qué dos mensajes? Le pregunté que para qué lo quería. Max me dijo: '¿Para qué? ¿Eres tonta?'. Metí el nombre de Dimitrov en Google para saber su edad. No sabía si era menor. 21. Bueno, más o menos. 'Dale mi email', le dije. Recuerdo a un chico caminando por Wimbledon. Alto, delgado y portando una mueca bonita, sabiéndose guapo. Recuerdo que le dije a mi entrenador que gracias a dios él no existía en mi generación porque eso hubiera sido peligroso. Una distracción peligrosa.”, expresó Sharapova
“Después de varios emails me pide el teléfono. Me hice la dura para dárselo. Nuestros mensajes se convirtieron en llamadas. Las llamadas en Skypes. Todo muy simple y sincero. No me daba cuenta de nada hasta que un día, después de una llamada de teléfono, Grigor me vuelve a llamar 30 segundos después y me dice: 'Lo siento, pero echaba de menos tu voz. ¿Podemos hablar por unos segundos más?'.
El tierno gesto de Dimitrov
“Mi madre decía que él era mi sesión de terapia porque cada vez que hablábamos, terminaba con una sonrisa en la cara. Una noche me di cuenta que llegó a París demasiado pronto como para disputar el main draw del torneo. No me cuadraba. Miré el cuadro y él no estaba. Le busqué en la qualy y le vi. Era el 60º del mundo. Lo siguiente que recuerdo es mirar el livescore de los partidos de clasificación. Todo continuó hasta que un buen día apareció en mi puerta con un ramo de rosas y un oso gigante de peluche.”, manifestó la ex tenista.