Miami Heat necesitaba ganar en condición de local frente a Boston Celtics. La serie estaba 2-1 en favor de los de Massachusetts y el equipo que no puede contar con Jimmy Butler, por lesión, no tenía margen de error, si quería continuar en los playoffs de la NBA. En las tribunas estuvieron algunas de las grandes estrellas de la Major League Soccer (MLS), con Lionel Messi a la cabeza, pero nada de eso le trajo suerte a los Heat.
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Ofensivamente, el equipo de Miami tuvo un partido para el olvido. Fue dominado por los Celtics desde el comienzo, con un Derrick White implacable, que anotó 38 puntos, y falló un altísimo porcentaje de lanzamientos. En el segundo cuarto, la franquicia de Florida solo anotó 12. Así, pese a los 17 rebotes y los 25 puntos de Bam Adebayo, los dirigidos por Eric Spolestra sufrieron una dura derrota frente a los de Joe Mazulla por 102-88 y ahora necesitan un milagro para seguir en carrera: están 1-3 en la serie y todavía quedan dos partidos en Boston.
Entre lo más destacado de la derrota de los Heat sin duda estuvo la presencia de nada menos que Lionel Messi. El 10 de Inter Miami visitó el Kaseya Center junto a sus compañeros y amigos Jordi Alba, Luis Suárez y Sergio Busquets, con los que también había compartido plantilla en FC Barcelona. Con pantalón y chaqueta celeste de jean, al mejor estilo vaquero, y zapatillas Adidas blancas, Messi se sentó junto a su hijo Mateo, el del medio, y Alba. La pantalla del estadio lo enfocó y el argentino saludó, para delirio del público.
También estuvo su esposa Antonela Roccuzzo, que se sentó al lado de sus otros dos hijos, Ciro y Thiago. Con pantalón verde y top y campera negra, ella se distanció de su hijo Mateo, o de Luis Suárez, que optaron por un look “más NBA”: musculosa de los Heat y, en el caso del delantero, también una gorra. Messi no les trajo suerte, pero de todos modos el equipo le mostró su cariño:
“Bienvenido a nuestra casa, Lionel Messi”, le escribieron en el estadio.