La mansión de Michael Jordan, ¿bajo una maldición?
Michael Jordan tiene una lujosísima mansión en Chicago que no puede vender hace 11 años; entre las razones, hay quienes creen que sufre una maldición.
Michael Jordan entró hace poco, según Forbes, en la lista de personas más millonarias de Estados Unidos. Siendo el primer deportista en conformar el selecto grupo de 400 adinerados, es lógico que el exjugador de los Chicago Bulls de la NBA tenga lujos y propiedades de todo tipo y con valores estratosféricos. Pero hay uno de esos bienes que, a pesar de su majestuosidad, a Jordan le ha generado algunas preocupaciones: su mansión en Chicago.
MJ compró, hace 22 años, una mansión en Highland Park, Chicago, de 56 mil metros cuadrados en un terreno de 3 hectáreas. Tiene un garaje para 15 autos, mesas para jugar al póker y fumar habano. Tiene cancha de tenis, de básquet, obviamente, y un minigolf; y también una pileta con una isla en el medio. Tras una remodelación de 3 años, la familia de Jordan hizo de ella su nuevo hogar. Pero hace 11 años que el 23 de los Bulls decidió ponerla en venta y aún no ha podido deshacerse de ella, a pesar de haber disminuido su precio casi a la mitad. Entre las razones por las que no pudo, algunos usuarios han creído que se debe a un pacto con el diablo.
Mira la mansión de Michael Jordan
Un recorrido por la mansión Jordan, que algunos creen maldita (@SportsCenter_nt en X).
La mansión, que se puso a la venta en 2013 por 29 millones de dólares, actualmente cotiza en US$14,8, y aún así no puede venderse. Una teoría responde a la idea de que Jordan hizo un pacto con el diablo en el que intercambiaba la mansión por una carrera deportiva exitosísima. La teoría se funda en lo siguiente: Jordan compró la casa en 1991, año en que ganó el primero de sus 6 Anillos de la NBA.
La mansión es impresionante y cuenta con excentricidades de todo tipo. Posee un lago artificial con peces, un bar, una biblioteca con pantalla desplegable, y un portón principal con el número 23, característico de Jordan en Chicago Bulls. Katherine Malkin, la agente inmobiliaria a cargo de la venta, dijo que la gente “no entiende lo hermosa que es”, ya que jamás se hizo un recorrido abierto para cuidar la privacidad. Mientras que algunos fanáticos adjudican la no-venta a un pacto con el diablo y una consecuente maldición de la propiedad, un especialista inmobiliario fue bastante más realista:
“Cuando tienes una propiedad tan específica y tan customizada, la venta se convierte en una batalla cuesta arriba”.
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