¿Cómo acabó el “caso Caster Semenya”, otra atleta con altos niveles de testosterona?
La polémica que rodea a la boxeadora Imane Khelif recordó a la velocista Caster Semenya, también con altos niveles de testosterona. Su caso la marginó de la competencia y llegó a juicio.
Los Juegos Olímpicos de París 2024 se vieron marcados por una enorme controversia que involucra a la boxeadora argelina Imane Khelif, que venció después de solo 46 segundos de combate a la italiana Angela Carini. Hace unos años, los resultados de pruebas médicas propinadas por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) arrojaron que Khelif producía más testosterona de lo habitual en mujeres y que era un nuevo caso de androgenismo en el deporte femenino. Eso llevó a que la argelina fuese inhabilitada para competir en los posteriores campeonatos mundiales, pero dado que los JJ.OO. son regidos por el Comité Olímpico Internacional y no por la IBA, Khelif sí pudo participar en París. Una presencia que no pasó desapercibida, y que trajo a la luz un caso muy recordado: el de Caster Semenya, la atleta sudafricana dos veces oro olímpico y tres veces campeona mundial.
Caster Semenya, aún inhabilitada
A los 18 años, una atleta sudafricana de nombre Caster Semenya llamó la atención del deporte por su dominio en las pruebas de 800 metros femeninos. En realidad, no solo por sus victorias, sino porque se la acusaba de ser un hombre. A punto tal que para que pudiera competir en el Mundial de 2009, la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) quiso obligarla a someterse a un ultrasonido transvaginal, puesto que unos exámenes realizados en su país habían arrojado que producía el triple de testosterona que las demás atletas. Pero Semenya se negó, dado que en una sala llena de médicos alemanes no había un traductor que la ayudara. La sudafricana, entonces, compitió en los 800 metros. Y ganó su primer título mundial.
La pelea que abrió el debate
Un mes más tarde, cuando su caso seguía en boca de muchos, se conocieron los resultados de unas pruebas médicas que la IAAF le había hecho. Según los mismos, Caster Semenya era una persona andrógina: nació con vagina, pero sin útero. Y tiene testículos internos que le producen el alto nivel de testosterona. Las opiniones fueron diversas y hubo quienes alegaban que sus cromosomas XY no podían privarla de las carreras femeninas, pero la Federación resolvió suspenderla provisoriamente mientras le imponían nuevos exámenes y discutían el caso. Así, la campeona del mundo estuvo 11 meses sin competir, hasta que llegó una suerte de acuerdo con la IAAF: debía someterse a un tratamiento hormonal para bajar sus niveles de testosterona.
Pero a Caster Semanya ocasionó ataques de pánico, náuseas y otros malestares. Y abandonó el tratamiento. La situación alentó comentarios de referentes del deporte: el corredor retirado Michael Johnson criticó a la organización por su falta de discreción y varios medios locales se quejaron de que la Federación buscaba evitar que “se destacaran las atletas sudafricanas”. La falta de claridad y tal vez presiones externas hicieron que la IAAF autorizara a Semenya para volver a competir. Y fue campeona del mundo otra vez en 2011 y 2017, además de oro olímpico en Londres 2012 y Río 2016. Hasta que en 2018 la IAAF tornó más rígidas sus normas y determinó que las atletas con altos niveles de testosterona no pudieran competir en los 400 m, 800 m y 1.500 m. Para hacerlo, debían, durante al menos medio año, reducir sus niveles por debajo de los 5 nanomoles por litro.
Como consecuencia, la sudafricana demandó a la Federación y en su biografía The race to be myself cuestionó su “ignorancia, racismo y fanatismo” y el hecho de que creyeran que las mujeres como ella fueran “unas tramposas que no pertenecían al deporte”. La tricampeona mundial elevó al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) su conflicto con la IAAF y este, en un principio, en julio de 2023, le dio la razón: alegó que el tratamiento al que la habían forzado había sido discriminatorio. Pero una apelación de la IAAF en conjunto con World Athletics hizo que el caso se alejara de un cierre. Y Semenya debió regresar a los tribunales para la revisión del mismo.
En mayo de este año, frente al TEDH, sus abogados expusieron el impacto “profesional y personal” de su inhibición y describieron el tratamiento como uno “nocivo, inútil y pretendidamente correctivo”, buscando que a los 33 años Caster Semenya pudiera volver a competir. Pero todavía faltan pocos meses para que uno de los casos más controversiales del deporte moderno se resuelva. Pronto, habrá una sentencia definitiva, que no permitirá apelaciones de ningún tipo. ¿Será el punto final de un caso que lleva irresuelto 14 años? Por lo pronto, será un ineludible antecedente a la hora de analizar el nuevo caso de androgenismo que sacude al deporte: el de la boxeadora Imane Khelif.
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