La batalla de las superficies: Federer vs Nadal en un duelo histórico
El 2 de mayo de 2007, dos de los tres mejores tenistas de la historia jugaron un partido inédito; un lado de pasto, el otro de polvo de ladrillo. La dominancia de cada uno en su superficie preferida.
En ese entonces eran, sin lugar a dudas, los dos mejores tenistas del mundo. Al día de hoy, muchos creen que sus dos apellidos son sinónimo de los mejores de la historia, aunque un tercero en discordia sigue alterando los planes de muchos. Mayo de 2007: el número 1 del ranking ATP era Roger Federer. Y por mucho. El suizo había ganado 7 de los últimos 11 Grand Slams y a los 25 años estaba listo para romper absolutamente todos los récords. Pero el 2º del ranking tenía objetivos similares: Rafael Nadal, que por entonces era un joven de 20, ya era bicampeón de Roland Garros y le pisaba los talones. Su Majestad reinaba en el césped (y en gran medida, en canchas duras), y el zurdo de Manacor, en el polvo de ladrillo. Sus respectivas dominancias eran tan abrumadoras que en el mundo del tenis surgió una idea: enfrentarlos en una cancha que fuese mitad pasto y mitad ladrillo.
Rafael Nadal arrastraba 72 victorias consecutivas en su superficie predilecta. Consecuencia de dos Roland Garros, tres ATP 500 de Barcelona, tres Masters 1000 de Montecarlo y tres Masters 1000 de Roma. No perdía desde 2005. Del otro lado, Federer era, con holgura, el mejor jugador de pasto. Aunque en el césped se disputan menos torneos, el suizo se las ingenió para ganar 48 partidos en fila, entre 2003 y 2007. Y, mientras tanto, la rivalidad entre ambos crecía y crecía. “Fedal”, se le decía al concepto naciente. Y fue entonces cuando, ingeniado por el argentino Pablo del Campo, promovido por una empresa de publicidad y financiado por la Dirección General de Deportes del Gobierno balear, surgió un inédito experimento. Nadal, de un lado; Federer del otro. Pasto de un lado, polvo de ladrillo del otro.
Aunque escondido detrás de una suerte de curiosidad deportiva, el proyecto no tenía sino fines económicos. Y los consiguió con creces. Se recaudó mucho más que los 1,7 millones de euros que costó construir la cancha, que demandó 19 días. Y el evento fue televisado en todo el mundo con el fin de develar cuál de los dos era el jugador más completo del mundo. La cancha, única en la historia en haber tenido dentro de sí dos superficies distintas, tenía una capacidad para 7.000 espectadores y estaba ubicada en Palma de Mallorca, tierra de Nadal. Pero Roger, lejos de quejarse, se ilusionaba:
“La gente está entusiasmada y el hecho de que la pista, la cuál es muy buena, por cierto, esté localizada en Mallorca, la casa de Rafa, es muy especial. Rafa ha estado en Basilea y ahora tengo la oportunidad de jugar en su casa por primera vez”, declaró en la previa.
El partido se llevó a cabo el 2 de mayo, poco antes de que en París se jugará Roland Garros (lo volvería a ganar Nadal) y tuvo algunas particularidades. Cada uno empezó en el lado donde más cómodo se sentía: Federer, del lado verde; Nadal, del naranja. Y en cada cambio de lado tenían permitido cambiarse las zapatillas para adecuarse mejor al suelo correspondiente. El partido no fue como esas exhibiciones en las que los protagonistas hacen chistes, se ríen, no corren o parecen dispuestos a perder puntos en pos del espectáculo. Ambos compitieron feroz y profesionalmente. Como si ellos también quisieran descubrir quién era el mejor, el más completo. El resultado demostró la paridad entre las dos leyendas: fue 7-5, 4-6 y 7-6 (12-10 en el tie break)... a favor de Nadal.
Tras el espectáculo, hubo risas, buena onda y cierta distensión. Pero nadie subestimó el hecho de que un chico de 20 años acababa de derrotar al (en aquel momento, por mucho) mejor jugador del mundo. “Ha sido una bonita experiencia, aunque antes del partido pensé que sería un desastre, porque sentía que me iba a costar mucho adaptarme a la cancha. Lo he pasado bien y eso es importante. A los dos nos gustaría repetir esta experiencia porque, aunque el partido no fue real, nos permitió jugar por puntos sin mucha tensión y jugar más relajados”, sostuvo el español tras la victoria. Hasta ese entonces, se habían visto las caras en 10 oportunidades, con 7 victorias para el manacorí y 3 para el embajador de Rolex. Hoy, dieciséis años después, con Federer ya retirado y Nadal luchando con sus lesiones, protagonizan una de las rivalidades más memorables de la historia del tenis. El historial está a favor de Rafa por 24-16; pero tiene un capítulo, en mayo de 2007 y que no cuenta para las estadísticas, que ningun fanático olvidará. El que se conoce como “la batalla de las superficies”.
¿Cómo siguieron sus reinados?
Como era de esperarse, sus extensas rachas ganadoras fueron detenidas por el otro. Federer le ganó a Nadal la final de Hamburgo 2007, por 2-6, 6-2 y 6-0, poniendo punto final al invicto de 81 partidos del español. Rafa, en la final de Wimbledon 2008, que más de uno considera el mejor partido de todos los tiempos (fue 6-4, 6-4, 6-7, 6-7 y 8-6), le propinó a Roger su primera derrota en césped en más de cinco años. De todas formas, algunas de sus marcas siguen siendo prácticamente inalcanzables. Rafa tiene 63 títulos en polvo de ladrillo (máximo ganador) y 478 triunfos. Aunque Guillermo Vilas (681) y Manuel Orantes (571) tienen más que él, es el de mejor porcentaje de victorias sobre partidos jugados. Roger, a su vez, fue 19 veces campeón sobre pasto y ostenta 192 triunfos (récord en ambos casos ganador.
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