El insólito Gran Premio de Dallas de 1984: desmayos, huelgas y 18 abandonos
La Fórmula 1 vuelve a Texas y es inevitable recordar la carrera más bizarra de su historia. Fue en Dallas, en un circuito improvisado y mal pavimentado y la terminaron 8 de los 26 pilotos.
Terminó la espera y los 20 pilotos de la parrila ya están listos para volver a correr en la Fórmula 1 luego de un largo parate. Lo harán este fin de semana en el Gran Premio de Estados Unidos, que se corre en Austin, Texas, desde 2012. Un estado, justamente, que hace 40 años albergó una de las carreras más inolvidables. No por lo competitiva, claro, sino por lo insólita. En 1984, se organizó el Gran Premio de Dallas, un proyecto que resultaría paupérrimo y quedaría marcado como un episodio oscuro en la historia de la Fórmula 1. Pavimento levantado, gomas que no resistían, 18 abandonos, un desmayo y baldes de agua describen bastante bien el circuito más caluroso que se recuerda.
Donald R. Walker era un empresario del mundo del espectáculo que se acercó a Bernie Ecclestone, al mando de la Fórmula 1, con una idea: hacer un Gran Premio en Dallas. Quería, por supuesto, ser responsable de un gran espectáculo, plagado de estrellas, inolvidable, glamoroso y transformar la idea de que Dallas solo era un nido de ranchos y vaqueros. Y Ecclestone, que era devoto de las mismas cosas… accedió. Así, de improviso, empezó a gestarse el Gran Premio de Dallas de la Fórmula 1 para la temporada 1984, en la novena fecha. Poca preparación, desconocimiento de los requerimientos, foco en la plata más que en la competencia… Lo que iba a pasar no debería haber sido una sorpresa.
Se creó un circuito callejero en el estacionamiento de Fair Park, alrededor de un estadio de béisbol, sin las medidas de seguridad necesarias. Pero los dirigentes de la F1 miraron para el costado y permitieron avanzar con el proyecto. Llegó el fin de semana de la carrera, nada menos que en pleno julio, en una ciudad de Dallas extremadamente calurosa. Y los pilotos se encontraron con todo lo que no esperaban. Una pista con giros peligrosos, sin las condiciones adecuadas, con pavimento levantado, sometida a un calor extremo que tornaba imposible el desarrollo normal de una carrera. Se quejaron. “No podemos correr acá”, decían Alain Prost, Niki Lauda y compañía. Varios pilotos amenazaron con una huelga… pero sin suerte.
La carrera había costado 10 millones de dólares, se habían vendido 100.000 entradas, vendrían celebridades y los actores de la serie Dallas. No querían saber nada de cancelarla. Y así fue, pese a que antes de la Qualy ya se advertía un escenario complejo. Michelin, Goodyear y Pirelli no proveyeron a sus autos con neumáticos para la clasificación, porque afirmaron que los blandos “no durarían ni media vuelta”. La sospecha se hizo realidad con el accidente de Martin Brundle, de Tyrrell, quien de milagro no debió recibir la amputación de sus pies, gracias a la rápida ayuda del Dr. Sid Watkins. Pese a los accidentes, el estado del pavimento, los 40º grados y los 66º de la pista, los organizadores seguían testarudos: “La carrera se hace”. Su gesto fue, a último momento, revisar horarios. Pero tampoco agradó.
Adelantaron toda la programación del domingo tres horas. El warm up sería a las 7 de la mañana y la carrera, a las 11. Como si eso fuese a tapar todas las inconsistencias. Descontento por madrugar, y a modo de queja, el piloto de Williams Jacques Laffite se presentó al calentamiento en pijama. “Recuerdo la cara de Frank Williams, no podía creerlo”, diría. El Gran Premio se llevó adelante. Largaron 25 pilotos, todos menos Brundle, que se había accidentado. Pero empezaron los riesgos, los problemas en el auto, los sobrecalentamientos… Ayrton Senna y su Toleman, fuera. Nelson Piquet, fuera. Alain Prost y el McLaren, fuera. ¿Su compañero Niki Lauda? Mismo destino…
Solo 8 de los 26 pilotos (habían salido 25) finalizaron la carrera. Y solo dos de esos ocho, los primeros, completaron las 67 vueltas correspondientes. El ganador fue Keke Rosberg, con su primer éxito para la fórmula Williams-Honda, el segundo fue René Arnoux, que resurgió tras un comienzo en boxes, y el podio lo completó Elio de Angelis con su Lotus. Durante la carrera, se vieron imágenes insólitas. Los pilotos corrían por donde el asfalto se veía menos levantado, no por donde debían. Al italiano Piercarlo Ghinzani le tiraron un balde de agua fría en una de sus paradas en los boxes. Y el neerlandés Huub Rothengatter, luego de abandonar por una pérdida de combustible, salió del auto y se fue hacia la zona de espectadores para pedirles vasos de agua que se tiraría en los genitales.
Mira el desmayo de Mansell
La más increíble, sin embargo, vino después. Fue la imagen de Nigel Mansell desmayado. El británico sufrió un problema mecánico a pocos metros de la línea de la bandera a cuadros, por lo que se bajó de su Lotus y se puso a empujarlo (algo que está prohibido). Solo unos metros, porque enseguida se desmayó en pleno mediodía texano. “Estaba tan enojado que seguí empujando el coche. Luego se apagaron las luces y me desperté en el hospital, en una cama llena de hielo”, diría. El Gran Premio fue públicamente condenado y nunca más volvió a realizarse.
“La pista es una mierda”, se quejó Laffite. “No fue una carrera, de ninguna manera. Fue, en el mejor de los casos, una parodia de Gran Premio”, declaró Prost. “El circuito es asquerosamente malo, el peor que he visto en mi vida”, ya había dicho Rosberg. El daño estaba hecho. Los millones habían motivado a Donald R. Walker y Bernie Ecclestone a intentar revolucionar el Gran Circo, pero nada salió como esperaban. Y después Walker tampoco tendría más suerte: fue encarcelado siete años por fraude por fraude. Quedó y quedará por siempre en la historia como uno de los Grandes Premios más incomprensibles de la Fórmula 1. Se hablará del de Indianápolis en 2005 y los seis autos, del de Bélgica en 2021 y la lluvia… y, sin dudas, del de Dallas en 1984, los accidentes, la pista levantada, el desmayo de Mansell… entre otros.
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión