Hace pocos días, el árbitro inglés Wayne Barnes estaba en el ojo de la tormenta. O al menos eso creían muchos en Nueva Zelanda, que lo cuestionaron, sobre todo, por dos decisiones que tomó en la final del Mundial de Rugby 2023, que acabó en victoria sudafricana: la tarjeta roja a Sam Cane (en contraste con una amarilla a Siya Kolisi por una jugada similar) y el try anulado al medio scrum all black Aaron Smith. Luego de reclamos y hasta amenazas, el propio Barnes anunció su retiro como colegiado.

El árbitro publicó en redes sociales una carta en la que agradeció a colegas y a su familia. Y explicó que a sus 47 años desea disfrutar más de sus hijos y su esposa:

“La gente suele decir que uno se va a dar cuenta cuando es el momento de su retiro, y claramente este es mi momento y el de mi familia. Mis hijos han pasado mucho tiempo sin su padre y ahora solo quiero pensar en las vacaciones familiares, los partidos de mis chicos, las reuniones de padres y las fiestas de cumpleaños”.

Barnes confesó hace unos días que había recibido amenazas a él y su familia, tras la final del Mundial. Aunque no dijo que aquello influyera directamente en su decisión, se expresó acerca del tema y reconoció que seguirá trabajando junto a otros referís para erradicar la violencia en el rugby:

“Seguiré cerca de los referees y trabajaré con los oficiales de partidos para ayudarlos a ellos y a sus familias, ya que los insultos y las amenazas en las redes han crecido mucho en el último tiempo, se ha vuelto algo normal y esto no debe suceder”, reveló.

Se trata es uno de los mejores árbitros de los últimos años y algunos datos avalan esa postura. Barnes fue el más joven en debutar en el rugby internacional, con 21 años. Dirigió 26 partidos de Seis Naciones, tres finales de Copa de Europa y es el único en participar de 5 Mundiales, incluida la final de la última edición. Una lástima que su última función haya estado envuelta de polémicas, amenazas, cuestionamientos; porque Wayne Barnes dejó su huella en el arbitraje internacional.