Michael Jordan obtuvo su tercer Anillo de la NBA en 1993, pero su estrés, acrecentado por el asesinato de su padre, lo llevó a retirarse del básquet profesional en la cresta de la ola. Antes de regresar a la liga en 1995, MJ incursionó en el béisbol; pero nunca abandonó el deporte de su vida. Mientras permanecía retirado, jugó varios partidos informales en un gimnasio de Chicago donde, en realidad, se preparaba para competir en la MLB. Sus colegas de entonces contaron la experiencia junto al mejor jugador de todos los tiempos.

El Athletic Club de Illinois era el gimnasio al que Jordan acudía para prepararse físicamente antes de probar suerte en el béisbol. Luego de las 6 de la tarde, allí se realizaban algunos partidos amistosos de básquet entre otros que acudían al gimnasio y otros trabajadores. Michael Jordan quiso participar. Lo hizo. Tanto le gustó, que se volvió un hábito, cuentan quienes compartieron con él esa época. Se trató de un costado desconocido de MJ, que los sábados por la noche, sobre todo, se portaba como “uno más” y disfrutaba de algunos partidos amistosos como si no hubiera sido campeón de la NBA.

A pesar de una evidente competitividad, destacan que Jordan no iba solamente a ganar, sino que disfrutaba compartir un rato con personas que no lo adulaban innecesariamente. David Boone, uno de los que se divertían jugando con el 23 de Chicago Bulls, contó:

“Le gustaba jugar pero también socializar. Siempre saludaba, no actuaba como que no te conocía... Incluso, aprendía tu nombre y sabía qué esperar de cada uno en la cancha. Se mostraba divertido, podías ir bajando las escaleras y él empujarte… Se mostró como un gran tipo”.

Los colegas de su gimnasio recuerdan con mucho afecto aquella época. No comprenden la mala fama que (algunos) le adjudican a la persona de Michel Jordan. Destacan un gran trato y una enorme generosidad de un MJ que hasta les “pagaba las comidas”. Jordan fue 6 veces campeón de NBA y es el mejor jugador de la historia de su deporte. Pero, para los jóvenes del Athletic Club de Illinois, pudo ser también “una persona normal”:

“Antes de conocerlo, pensé que era un tipo con demasiado ego. Pero allí vimos a otro MJ. Se sentaba en la misma mesa con nosotros, tomaba algo y charlaba... No era el ídolo al que no se le podía hablar. Era una persona que, por unos días, quería ser normal”, contó Alex Dubuclet.